“Hay ciudades tan descabaladas, tan faltas de sustancia histórica, tan traídas y llevadas por gobernantes arbitrarios, tan caprichosamente edificadas en desiertos, tan parcamente pobladas por una continuidad aprehensible de familias, tan lejanas de un mar o de un rio, tan ostentosas en el reparto de su menguada pobreza, tan favorecidas por un cielo esplendido que hace olvidar casi todos sus defectos, tan ingenuamente contentas de si mismas al modo de las mozas quincenas, tan globalmente adquiridas para el prestigio de una dinastía, tan dotadas de tesoros – por otra parte – que puedan ser olvidados los no realizados a su tiempo, tan proyectadas sin pasión pero con concupiscencia hacia el futuro, tan desasidas de una autentica nobleza, tan pobladas de un pueblo achulapado, tan heroicas en ocasiones sin que se sepa a ciencia cierta por que sino de un modo elemental y físico como el del campesino joven que de un salto cruza el rio, tan embriagas de si misma aunque en verdad el licor de que están ahítas no tenga nada de embriagador, tan insospechadamente en otro tiempo prepotentes sobre capitales extranjeras dotadas de dos catedrales y de varias colegiatas mayores y de varios palacios encantados – un palacio encantado al menos para cada siglo --, tan incapaces para hablar su idioma con la recta entonación llana de le dan los pueblos situados hacia el norte a doscientos kilómetros de ella, tan sorprendidas por la llegada de un oro que puede convertirse en piedra pero que tal vez se convierta en carrozas y troncos de caballos con gualdrapas doradas sobre fondo negro, tan carentes de una autentica judería, tan llenas de hombres serios cuando son importantes y simpáticos cuando no son importantes, tan vueltas de espalda a toda naturaleza – por lo menos hasta que en otro sitio se inventaron el tren eléctrico y la telesilla --, tan agitadas por tribunales eclesiásticos con relajación al brazo secular, tan poco visitadas por individuos auténticos de la raza nórdica, tan abundantes de torpes teólogos y faltas de excelentes místicos, tan llenas de tonadilleras y de autores de comedias de costumbres, de medias de enredo, de comedias de capa y espada, de comedias de café, de comedias de punto de honor, de comedias de linda tapada, de comedias de bajo coturno, de comedias de salón francés, de comedias del café no de comedia dell’arte, tan abufaradas de autobuses de dos pisos que echan humo cuanto mas negro mejor sobre aceras donde va la gente gabardina los días del sol frio, que no tienen catedral.
“Es preciso, ante estas ciudades suspender el juicio hasta un día, hasta que repentinamente – o quizá poco a poco aunque esto apenas es creíble – tome forma una cosa que adivinamos que está presente y que no vemos, hasta que esa sustancia que se arrastra ahora por el suelo se solidifique, hasta que los que ahora ríen tristemente aprendan a mirar cara a cara a un destino mediocre y dejen vacías las grandes construcciones redondas o elípticas de cemento armado para recogerse en la intimidad estrecha de sus casas.”
-pg 15. Tiempo De Silencio. Martin-Santos.
No hay otra novela que trate mas cercanamente con la humanidad trágica de Madrid en los años de la posguerra. Situada en Madrid de los años 40, Tiempo de Silencio por Luis Martin-Santos trata explora la suciedad y SOMETHING ELSE de Madrid con la nitidez de un microscopio. Escrita usando recursos literarios experimentales, la novela explora la vida de Pedro, un joven científico medico investigador cuyo enfoque de investigación es el cáncer. Pero rápidamente nos damos cuenta que existen dos trama paralelas y que el cáncer es una elaborada metáfora de la condición social de Madrid (especialmente en la zonas mas pobres llamadas chabolas).
En Tiempo de Silencio, la Ciudad de Madrid es otro personaje (quizá hasta sea protagonista) y tiene un carácter fuerte y muy proprio. Es austero, seco, y tiene tanto que ver con la vida de sus ciudadanos como los amigos y el trabajo. En los párrafos citados anteriormente, la personalización es obvia. Dice que es una ciudad “tan embriaga de si misma aunque en verdad el licor de que están ahítas no tenga nada de embriagador” o que es “tan incapaz para hablar su idioma con la recta entonación llana de le dan los pueblos situados hacia el norte a doscientos kilómetros de ella.” Habla de Madrid como si fuera una persona, aunque también deja lugar para que sea interpretada como el conjunto de personas que la forman. Este trato de Madrid encaja bien con lo que hemos aprendido en el curso ya que Madrid es una ciudad de se niega a ser definida.
Si tuviese que escoger un autor y una pieza que hemos leído en clase al que más se parece Tiempo de Silencio sería Ramón Goméz de la Serna y su obra “El Rastro” ya que ambos autores celebran la suciedad y pobreza de Madrid. “El Rastro” pinta una imagen de Madrid que recalca el otro lado del prestigio y la historia que suele ser asociado con Madrid y lo celebra. Pero Martin-Santos, rompe con lo que hemos aprendido de Madrid y nos presenta la suciedad como un problema que nunca se solucionará. Presenta el cáncer de la ciudad como un problema sin solución que se propaga generación tras generación y que la única manera de solucionarlo es deshacerse de todo el cáncer de una vez. Afortunadamente tenemos el privilegio del tiempo para analizar lo que ocurrió y sabemos que la chabolas no tuvieron que ser fumigadas, con el tiempo desaparecieron y nueva vida surgió donde se encontraban (el barrio de Lavapiés es un buen ejemplo de lo que sucedió).
En fin, les recomendó que lean Tiempo de Silencio aunque no sea una lectura fácil!
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Jacob Hanger
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