La cultura del baile - Molly Superfine

Una de las personas más importantes en mi vida es mi hermana menor.  Se llama Clara.  Clara tiene quince años.  A pesar de su edad joven, ella es una de las personas más maduras que conozco.  Clara asiste a una escuela internada del arte para el ballet.  Desde que ella tenía casi tres años, ha conocido que le encantaría ser una bailarina de ballet.  En actualidad, ella ha conocido que se convertiría en una bailarina profesional.  Clara ha bailando con programas del ballet como el American Ballet Theater, el New York City Ballet, y el Boston Ballet.  Ella es sumamente dedicada a su arte.   Es una inspiración oírla hablar sobre su pasión, y sobre todo, verla bailando.  Ella es la personificación de la gracia y la belleza.  Cuando se la ver bailando, se siente su amor y su dedicación, se ve su alma y toda su trabajo para llegar a ese lugar.  Eso tiene mucho en común con los artistas y autores, como Antonio López, Benito Pérez Galdós, y otros, que hemos discutido en clase.  Ellos dedican toda su vida, cada momento, cada aliento a su arte.

Todo eso es decir: antes de llegar a Madrid, yo sabía que querría asistir a un ballet.  Estuve un poca nerviosa porque en clase, hablamos sobre otros tipos del baile muy tradicional en España como la zarzuela y el flamenco, pero nunca mencionábamos el ballet. Que suerte tenía yo que el Ballet Nacional de Cuba visitó a Madrid por unas semanas.  Aunque no es la compañía del ballet de España, era una experiencia importantísima cultural para mí.  Es difícil no estar cerca de mi hermanita, pero cuando fui al ballet, sentía yo casi cerca de ella.  Eso me hizo muy contenta y llena de amor y respeto para Clara.  

El ballet era La Cenicienta, una historia muy conocida por todo el mundo. Aunque no es un ballet muy serio, es muy divertido verlo y admirar los bailarines talentosos y fuertes.  Había visto el mismo ballet bailado por el American Ballet Theater con Clara este verano pasado en Nueva York; entonces era interesante ver el mismo baile de otra compañía con una audiencia en otro país.  Anticipé diferencias extremas, no sé porque considerando que los bailarines no hablan.  En actualidad, era una experiencia más o menos lo mismo de mis experiencias ir al ballet en los Estados Unidos.  Habían muchos niños disfrutando esta misma historia que les cuentan sus padres.  Toda la audiencia era cautivada por los movimientos de los bailarines.  Todo el teatro estaba de silencio, perdido en la gracia y la inmensa fuerza de los bailarines. 

Cuando veo algo sobre el ballet, siempre pienso en mi hermana.  Siempre me da sorpresa esta dedicación brillante a un arte que veo con mi hermanita y que hemos visto con los que discutimos en clase.  Clara era muy celosa que tenía yo la oportunidad de ver el Ballet Nacional de Cuba.  Pero no importa porque algún día, todos la vamos a estar mirando en el escenario de un teatro grandísimo.