Yo diría que una de las experiencia culturales más memorable hasta ahora para mí tendría que ser una fiesta de la casa a la cual asistí un viernes hace dos semanas. Yo fui con un grupo de casi diez amigos, todos juntos para celebrar el cumpleaños (de los 21 años, el cumple de gran importancia en los EEUU!) de nuestro compañero Chris. Todos nosotros nos encontramos con un grupo de seis o siete estudiantes españoles de nuestra universidad madrileña que acabaron de conocer al chico del cumple unas horas antes por accidente en frente de una aula escolar. Es claro que ellos no tardaron en formar una amistad bastante genial, y por la consecuencia de esta introducción aleatoria, él recibió una invitación para llevar sus amigos al apartamento del estudiante español para divertirse de una fiesta esa noche.
Entonces, nos llamó y seguimos encontrarnos en frente del edificio de CEU a las once y media de la noche, listos para una celebración, de cual tipo, no sabíamos. El chico, el nombre no recuerdo, nos encontró y nos llevó a su apartamento, mientras todos nosotros estaban cuchicheando entre nos mismos, hablando de esta situación tan nueva y afortunada. Llegamos al apartamento, todos esperando una fiesta quieta de dos o tres estudiantes más, comiendo la tortilla española, bebiendo sangría, y preparándose para salir a una discoteca. La verdad es que no sabíamos a que esperábamos, pero en realidad acabó en ser nada de los estereotipos, sino algo casi como una mezcla americana y española. Era algo entre las fiestas de las universidades americanas y claramente las españoles, y lo que me impresionó más fue las esfuerzas de los estudiantes españoles (había casi veinte en ese apartamento pequeñito!) para introducirse a nosotros y mezclar con nosotros. También, tuvimos que hacer un poco de esfuerzo porque hubiera sido fácil charlar sólo con los amigos nuestros en ese ambiente nuevo y a tope de gente.
Me preparé una bebida uno de los chicos, y yo empecé hablar en español con un grupo de chicas y chicos españoles en un rincón del apartamento. Imagina mi sorpresa cuando un grupo empezó a jugar un partido de Beirut en el medio del cuarto, como en los EEUU! Había diferencias, más tuvieron que ver con el tamaño grandísimo de los vasos y el tamaño pequeño de la mesa, pero todavía el concepto era lo mismo. Con jugar con ellos, beber con ellos, y conversar con ellos, nos juntamos tanto! Había al principio unas dificultades, y yo empecé la noche hablando con despacio y sintiendo un poco de ansiedad, pero con el pasar del tiempo, me relajé mucho, todos relajamos mucho, y la discusión siguió fluir mucha más rápida y fácilmente. La habilidad habilidad de entendernos (con las palabras o el lenguaje corporal) se puso mucho más fácil con el paso de la noche.
Cuando terminó esta noche, muy muy tarde (o temprano? por la mañana, jaja, pues no sé), todos nuestros grupos estaban relacionado como amigos viejos, y sentimos mucho el fin de nuestro tiempo juntos, o el fin de la fiesta…pero, debes creer que intercambiamos nuestros números y nombres para Facebook, y ya no han terminado nuestras relaciones nuevas a pesar de que nuestra fiesta alcanzó su fin J