jueves, 29 de septiembre de 2011

Encuentros con lo inesperado, por Krista White


         Antes de viajar a Madrid, yo había tomado transportes públicos cuando fui a visitar Nueva York, Washington DC, Londres, u otros ciudades así. Pero, en mi propia ciudad, la mayoría de la población conduce a sus destinaciones; un coche es esencial allí. Aunque la gente comparte coches para viajar a ciertos lugares, la mayoría del tiempo, cuando me reúno con amigos, llegamos separadamente. Al venir aquí, estaba preparada con el conocimiento que todo el mundo toma el transporte público, pero pensaba que sería una parte mínima de mi día, una cosa de paso. Pero, de hecho, es normal para mí pasar varias horas por día en el metro y autobús. Entonces, me da mucho tiempo reflejar en nuestra vivencia en transportes contemporáneos. Puedo identificar con el relato por B.P. Galdós en más maneras que se esperaría, en particular con los momentos incómodos, la invención de historias, y la observación inesperada de amigos.

             “Usted sleeping molestar me,” dice la mujer inglesa al narrador en La novela del tranvía, creando una situación a la vez incómoda y humorosa. Podía hablar de mis momentos incomodos en el metro por días sin terminar. Todos de mis compañeros pueden relacionar a los instancias cuando los comportamientos de otra gente nos parecen raro, o quizás las otras personas piensen de nuestra mal comportamiento. Por ejemplo, me extraña que cuando un asiento se hace disponible, personas que ya fueron sentados se mueven al asiento donde no hay personas al alrededor. ¿Vale la pena moverse cuando se sabe que otra persona va a sentarse al lado muy pronto? (Me pasa bastantes veces que empiezo a preguntarme si yo huela mal.) Es una cosa pequeña pero representa la actitud de un extranjero a otro: la incomodidad de ser tan cercados a gente que no se conoce.

(El base de la foto viene de http://tiny.cc/amo7k. Lo alteré para hacer esta imagen.)

La escena de Ferris Bueller’s Day Off no toma lugar en transporte público, pero es un buen ejemplo de una situación incómodo, donde el hombre (interpretado por el único e inimitable Charlie Sheen) quiere hablar con Jeanie en la comisaría de policía, pero ella (inicialmente) no le quiere hablar con él en absoluto.


             Mientras estamos rodeado por las personas extranjeras, es natural ponderar sus historias—de dónde vienen, dónde van, y porque están aquí en este momento. Para el narrador en el cuento de B.P. Galdós, la vida real es una mezcla de ficción y verdad. Él toma momentos de lo que oye, lee, y ve, y se convierte a un relato entretenido. Claro que yo no tenga una imaginación tan grande como el narrador, pero a veces paso el tiempo buscando indicios sobre la gente que puede mostrar algo de su vida. A veces, cuando quiero estar muy entrometida, entreveo los mensajes de texto que las personas envían, u oigo retazos de conversación por teléfonos móviles. Me siento como un detective, pero el sentimiento es fugaz, porque mi viaje o el de ellos siempre tiene que acabar.

            Al fin, algo que me gusta mucho en el metro es reconocer a alguien de forma imprevista y tener la oportunidad de decir, “¡qué coincidencia!” (Te prometo que no soy una acosadora). Eso ocurre en el cuento cuando el narrador mira su amigo don Dionisio Cascajares de la Vallina, quien entra la misma tranvía. La mayoría del tiempo, estos encuentros pasan alrededor de la escuela o cualquier lugar donde estamos reuniéndonos. No obstante, es más satisfactorio tener la experiencia de sorpresa al descubrir un amigo en el metro donde no planeamos vernos. Me da la sensación que aunque Madrid sea grande, y aunque a veces me pueda parecer fría o impersonal, de hecho es pequeño, y podemos contar con encuentros inesperados, ya sea con situaciones, personas conocidos, o gente que fingimos conocer.

3 comentarios:

  1. Krista, tengo la misma sensación que la cuidad de Madrid es mucho más pequeño que parece a primer visto. Hoy día estaba entrando al metro con una amiga cuando nosotras vimos una pareja de jóvenes que hemos visto hace una semana o más en el metro. Nos dimos cuenta porque recordamos la pareja por los zapatos que estaban llevando, el chico y la chica tenían los mismos zapatos amarillos. Los zapatos nos impresionaron y por eso podía recordar a ellos. Hoy día me di sorpresa ver estos zapatos tan brillantes de los dos otra vez en el metro. La ultima vez vimos la pareja en el metro por otra parte de la ciudad, entonces era una gran coincidencia verla otra vez juntas. Ahora estoy pensando en cuantas otras personas he visto más que una vez durante mis viajes por metro.
    ~Miriam Fox

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  2. En primer lugar, la foto que has publicado es muy comiquísimo :)

    He tenido experiencias similares a las que tu y Miriam habéis tenido. Para mí, mis encuentros son en su mayoría con nuestros compañeros del programa y en la zona de la universidad. Pero no sólo durante el horario diurno típico - tanto en el metro y en mi barrio (que está muy cerca de la universidad) me he topado con compañeros de clase. Cada vez que esto ocurre me acuerdo de lo pequeño que una ciudad grande puede ser.

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  3. el comentario anterior es por Olga Mir

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