La primera persona con quien mantuve una conversación en Madrid, sin incluir mi taxista del aeropuerto, fue mi anfitriona, Isabel. Aparte de ser muy agradable y hospitalaria, ella tiene un gran amor para Madrid. Para mi entrevista, quería escarbar más sobre su pasada en la ciudad. Al principio, cuando le dije que quería entrevistarle para una clase, me di cuenta de que ella probablemente estaba pensando, “¡Ay, no quiero contestar ninguna pregunta más sobre franquismo y la Transición!” Me parecía gratamente sorprendida saber que mis preguntas eran más personal esta vez. Primero, logré enterar un poquito de su historia personal: aunque ella nació en Córdoba y vivía en Sevilla y Huelva también, su familia se mudó a Madrid porque su padre era director de un banco aquí. Ella se considera madrileña por el tiempo que ha pasado aquí y porque no haya otro ciudad en España que ama más que Madrid. Cuando le pregunté de sus lugares favoritos aquí, Isabel hablaba mucho sobre el pasado y donde le gustaba ir cuando era joven. Ella no pudo elegir sólo uno, pero entre el teatro, Gran Vía, Las Ventas (Plaza de Toros), el Parque del Retiro surgía como el favorito. En el estanque allí, ella solía remar con sus amigas en las barquetas, y los chicos remaban en otra barqueta, salpicándose con las canaletes. Esta memoria le hizo sonreír.
(Foto cortesía de http://tiny.cc/t05yu)
Lo que más me interesaba de nuestra conversación no fue las charlas sobre lugares ni edificios; me fascinaba saber más del alma de Madrid—en particular cómo eran y estaban las personas de la ciudad. Una cosa que Isabel quería hacer fue asistir a los guateques, un cierto tipo de fiesta donde se reunían los jóvenes para escuchar los discos en la sala de una casa de ellos, separado de los padres. Allí, escuchaban los Beatles en la época antes de las discotecas. Cuando las discotecas venían a Madrid, al principio eran de mala calidad, pero luego se hacían más “cosmopolitas,” y salía a ellas en el tiempo antes de casarse. Al continuar del alma de la ciudad, Isabel se hizo muy apasionada. Hablaba del tipo de gente que vive en Madrid en comparación de la gente de Cataluña, porque ha vivido en ambos sitios. Opina que los madrileños hacen un esfuerzo mucho más grande que las personas de Cataluña, quienes tienen círculos cerrados y no invitan a nadie extranjero participar en sus asuntos. Según ella, en Madrid existe una cultura de compartir experiencias con quienquiera que viene aquí, a pesar de adónde o porqué. Entonces, ella dijo algo que me recordaba del título del artículo por Luis Antonio de Villena: en sus propias palabras, Isabel dice que Madrid es una ciudad “acogedora,” y basado en mis experiencias hasta ahora, lo puedo creer.
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