viernes, 30 de septiembre de 2011

Blog 2: Importancia de los transportes para la percepción de la ciudad


Meagan Kelly
Blog II
30 – 9 - 2011
B. P. Galdós hace unos comentarios interesantes sobre la naturaleza de transportación publico en  su cuenta ‘Novela en el Tranvía.’ Aunque su novela fue escrito en 1871, mucho de los puntos de Galdós todavía tienen relevancia hoy en día.
Me gusta el titulo de la novela mucho y creo que tiene  muchos significados. Primero, es curioso porque la novela es una cuenta en la tranvía de una cuenta en la tranvía; una cuenta entre una cuenta. También creo que el autor quiere decir que todos tienen sus propios historias de sus propias vidas pues las paredes de la tranvía contiene muchas cuentas. Es un juego divertido mirar a las personas en el tren y imaginar sus cuentas: a donde van? Porque? Quienes son? A veces quizás uno tropezar con alguien por casualidad y entonces una conversación empieza. Cuando esto pasó, dos cuentas que fueron separadas antes se unen. En esta manera la tranvía es un instrumento donde cuentas cruzan y un mecanismo para llevando gente y su historias juntas. Por ejemplo, yo estaba en el metro la semana pasada  y cuando oí personas que estaban hablando ingles, yo me presenté. Hablábamos sobre nuestras universidades y al oír que asisto Duke ella me preguntó si conocí a una persona que en realidad es uno de mis amigos mejores! Ella asistía la misma pre-escolar que mi amigo en Duke; que extraño! Hice una amiga nueva por el metro que llevó nosotras juntas.
La única diferencia que yo puedo ver y que pienso que tiene un impacto es que en siglo diecinueve el modo de transportación fue mucho mas despacio. Los caballos tiraron los coches de la tranvía en la novela pues un paseo en ese entonces tomó mucho mas tiempo que hoy. Esta diferencia en la longitud de un paseo es importante porque con mas tiempo mas puede ocurrir. Toda la cuenta pasa durante solo un paseo. Hoy en día, especialmente en metro (mas que autobús, avión, o tren) los paseos son muy cortos. Y porque tenemos mucha tecnología personal como ipods, teléfonos celulares, y laptops, en mi experiencia en el metro, la gente sube esta preocupada con su aparato, y baja en su parada sin ver o hablar con alguien. Pero, siempre hay las situaciones al azar, como yo tuve, cuando el poder de transportación publico para mezclar diferentes cuentas de vidas juntas gana.




















"Un mundo de muchos mundos" por Sarah Burgart



Para esta entrada de blog, quiero elaborar en una de mis respuestas de la ficha.  Me parece que los transportes contemporáneos hacen que una ciudad nos parece más grande.  Esto es un poco como una paradoja, porque los transportes actuales (o para Galdós, más modernos que antes) pueden llevarnos por distancias largas o a muchos lugares en poco tiempo.  ¿Por qué no nos parece la ciudad más pequeña?  Creo que este fenómeno es debido a las interacciones que encontramos – o mejor, la falta de interacciones.  Vemos a tantas personas que no conocemos y en muchos casas, no veremos otra vez.  Nos recuerde lo poco que sabemos en realidad.
            Benito Pérez Galdós capta perfectamente este sentido en su relato La novela del tranvía.  Usa la exageración y un poco humor para expresar que todo no es lo que parece.  Es imposible que entendamos todos los sucesos que ocurren, y Galdós transmita esto por la locura de un hombre que cree que se puede.  El mundo es grandísimo, y nos muestra un viaje por los transportes públicos.
            Había muchos casos en mis experiencias con el metro madrileño con que me sentí esta distancia de las multitudes que no conozco.  ¿Adónde van estas personas?  ¿De dónde son?  ¿Por qué tienen prisa?  No sé nada sobre esta información.  Específicamente, tuve un encuentro hace dos días que me hizo pensar.  Estaba regresando a casa por el metro del Parque del Retiro, y entró una pareja al coche detrás de mí.  Estaban mirando el plan del metro, y me parecían muy confundidos.  Oí un poco de su conversación, y por eso les ofrecí unos consejos.  Me dieron las gracias, y cuando llegó su parada, salieron.
            Normalmente, no hablo con nadie, y esto es porque el suceso me hizo pensar.  Pasé una parte de mi día con esta pareja, incluso hablé con ellos, pero es probable que no me recuerdan.  Y si yo no estuviera pensando sobre el relato de Galdós, yo no los recordaría a ellos.  Ahora, existen en su mundo, y existo en mío fuera de los transportes.  Hay tantos mundos como estos donde existen las personas, y por eso una ciudad se convierte en un lugar grandísimo.
            Recuerdo una canción de cuando era una niña.  Es en inglés, pero el título es “Es un mundo pequeño.”  También, yo sé que es una expresión que se usa para expresar una coincidencia entre personas.  Es una bella canción y a veces la expresión funciona, pero en el caso de los transportes actuales, para mí, es un mundo bastante grande.

La única diferencia es el uso de hipérbole. -- por Jack Jamieson



            Cuando entro el mundo de los transportes, estoy en un mundo totalmente diferente que vivo en realidad.  El metro y los autobuses hacen más que me transporten de un lugar a otro, me transporten al mundo nuevo mentalmente.  Galdós trata de ese mundo de realismo mágico en “La novela en el tranvía” y crea una realidad donde no podemos saber cuál es verdadero.  La historia que Galdós cuenta es algo que puede ocurrir en la mente pero la diferencia, en mi opinión, es que hay pocas personas que harían algo con las imágenes que han hecho con sus imaginaciones.  Yo, personalmente, no creo que haría algo con una imagen tan loca en mi imaginación.
            En realidad, con el metro o autobuses madrileños, cualquier persona que suba el tren o autobús puede actuar como una personaje en una historia si permites tu mente y imaginación va sin controla.  Si no prestas atención cuando tomas el metro o los autobuses, tu mente tomará todo que te rodea y hará una historia que, con frecuencia, no tendrá ninguna base en realidad.  Además, las nuevas tecnologías que tenemos para usar, más que los transportes como iPods y móviles, nos permiten usar nuestros cerebros por cualquiera usa.  Nuestros cerebros se aburren cuando no los usan, entonces cuando no es necesario usarlos en los transportes hoy en día, irán sin controla y hacen historias locas con las “personajes” que nos acompañan.
            La indicación que estoy entrando un mundo nuevo es que subo el volumen de mi iPod cuando entre un autobús o un tren del metro.  Es necesario subir el volumen para que pueda oír la música porque el ruido de los dos es tan fuerte pero subo el volumen más que es necesario.  Cuando entro los transportes, no espero que vaya a hablar con nadie.  El volumen alto me permite a entrar un mundo nuevo donde no necesito hablar con nadie o pensar en nada específica.  Si no estoy en los transportes, con frecuencia escuchará música también pero el volumen es mucho más bajo para que pueda oír cualquier palabra que alguien dice cerca de mi.  En los transportes, me permito a entrar el mundo donde mi celebro puede relajarse y pensar en cualquier tema que quiere.
            Al fin, hay diferencias entre el mundo que vivimos y el mundo que Galdós creó en “La novela en el tranvía,” pero también hay semejanzas.  A mi parecer, la historia que Galdós cuenta es exacto y él tiene razón sobre los transportes pero la única diferencia es que él usó hipérbole cuando la escribió.


*la foto fue sacado por "milliped" de Flickr

Más de que un transporte público - Vivian Lorencatto


El cuento “La novela del tranvía” de B. P. Galdos abrió mi mente a una nueva manera de mirar a los transportes de una ciudad. En el inicio, yo simplemente pensé que un vehículo de transporte sirve para llevar la gente de un ponto a otro. Pero en realidad, hay tantas interacciones que ocurren dentro y afuera del transporte que en el fin, un vehiculo hace mucho más de que solamente llevar el público a diversos lugares.
            Los transportes públicos son un buen lugar para interaccionar con la gente de un lugar nuevo. El tipo de gente que los transportes atraían es siempre muy variado. Me parece interesante sentar en un transporte público y mirar a los personajes que pasan mi camino. Cada persona tiene su pasado, su presente y su futuro, y por los cinco, deis, o quince minutos que compartimos de viaje, este extranjero, con su historia desconocida, hace parte de mi presente. Una conexión entre dos o más personas es creada en un instante. Sin embargo, los transportes públicos también destacan la distancia que existe entre individuos. En “La novela del tranvía”, el hombre y los pasajeros no tenían tantas distracciones tecnológicas como hoy en día. En los tiempos modernos, tenemos libros electrónicos, teléfonos móviles y Ipods para aislar nosotros del mundo. Por lo tanto, los transportes públicos ofrecen la oportunidad para compartir momentos y al mismo tiempo, la oportunidad de notar las pocas interacciones que humanos hoy en día tienen. 
En conjunto con esta observación, podemos aprender mucho sobre el estilo de una ciudad por mirando en vuelta de nosotros.  Junto con los sitios, los ciudadanos representan una gran parte de la personalidad de una ciudad. La manera en como la gente de Nueva York andan en las calles es muy diferente de la manera que la gente de Londres caminan. Por consecuencia, yo siento ambientes diferentes cuando estoy en cada uno de estas ciudades, pues la gente influyen mi perspectiva. Mi experiencia en los metros de Madrid ha demostrado varios estilos de personas, pero en general, yo concluyo que madrileños dan mucha atención a sus apariencias, que ellos encantan descansar (mucha poca gente se quedan en pie) y que los adolescentes son muy relajados con sus estudios. Yo sé que los ejemplos escritos son específicos y un poco irrelevantes. Pero en el fin del día, son estés detalles que construyen el carácter de madrileños. Cada persona es un pedazo del gran mosaico que es una ciudad. Y forzudamente, los transportes públicos son una excelente manera de explorar todos estés pedazos.
            En un sentido más practico, los transportes también permiten que individuos exploran varias partes de una ciudad. Es muy fácil quedar en una parte que es familiar y comfortable. Pero, con la facilidad de usar los transportes, la gente están buscando nuevos barrios y sitios para visitar. Lo más que una persona puede ver de un lugar, la mejor perspectiva tendrá. Yo pienso que la experiencia que el hombre de la novela tenía fue similar a los del público hoy en día. El hombre uso la función tradicional del transporte para moverse de un lado al otro, pero al mismo tiempo, uso el transporte para construir una opinión de su ciudad. Pienso que todavía personas suben en los transportes públicos, miran a los extranjeros y construyan sus propias historias y opiniones de lo que vean. En esta manera, nuestra perspectiva de una ciudad sólo demuestra una posible dimensión de la realidad. Las historias que yo construyo van a ser diferente de las historias de mi compañeros. Entonces, es posible decir que es muy difícil concluir una imagen concreta para representar una ciudad. Sin embargo, la falta de una representación concreta no debe parar la gente de continuar viajando, mirando y construyendo sus historias para descubrir nuevas ciudades (aunque los otros piensan que su historia es loca).

La Complejidad del Metro

El metro de Madrid me parece distinto de cualquier sistema de transporte que he utilizado en toda mi vida.  Soy de un pueblo bastante pequeño en las afueras de Filadelfia donde no existe ningún tipo de transporte público salvo los trenes que viajan a unos pueblos vecinos.  Entonces, el metro me ha proveido con una experiencia nueva.

Aunque se ha publicado “La novela y la tranvía” hace más de cien años, hay ciertos temas de los que relata la historia que se puede aplicar a los medios de transporte más modernos, especialmente el metro, hoy en día. 

Por ejemplo, uno de los partes más recordables de “La novela y la tranvía” fue la descripción del movimiento física de la tranvía que se diferencia mucho de caminar por la ciudad.   Galdós utiliza mucha imaginería para detallar el efecto que el movimiento físico de la tranvía le produce al narrador.  En un momento, el narrador parece ser debajo de un mar profundo, en otro está volando y la ciudad va desapareciendo.   

Cuando estoy en el metro, hay un sentimiento extremamente única de ser ambos aislada del mundo y muy cercana y vinculada con la gente al mismo tiempo.  Me siento aislado por no poder ver dónde estoy, o sea el paisaje.  En el autobús o tranvía, se puede ver la ruta exacta que toma, aunque sea distorcionada.  Pero en el metro, debajo de tanta tierra, es imposible imaginar precisamente donde me ubico en cualquier momento.  La única cosa que me puede ayudar es el plano del metro, el que consiste en un red de líneas coloradas y entretejidas complejamente.  El plano me parece más como un tipo de puzzle o una obra de arte muy moderna que un esquema geográfico.  Para mi, es difícil conceptualizar que estoy tan debajo de las calles a que me trae el metro y que forman la ciudad de Madrid.  La red del metro, en un sentido, forma algo como su propia ciudad debajo de la ciudad real.  Me rompe la cabeza aún empezar a visualizar todo lo complejo que es.



Otra punto clave de la historia fue la descripción de cómo el narrador percibía a otros pasajeros.  Describió como le gustaba pensar de sus caras y imaginar las emociones suyas.  Para mi, el metro es un lugar excelente para mirar a la gente, aún más que el tranvía, porque en realidad no habría nada que mirar en los trenes del metro si no fuera por la gente.  Algo que distingue el metro de otras formas de transportación es que no se puede ver nada cuando está en tránsito menos la oscuridad de los túneles.  Por lo tanto, tiene sentido que la gente se siente vinculado.  Es considerablemente fácil escuchar a las conversaciones de gente desconocida y empezar imaginar a donde van. 

Sin embargo, estar tan cerca de la gente es tanta una bendición como es una maldición.  Todo se hace entrapado en los coches de metro.  Si hay olores o conversaciones o personas tocones que no quiero experimentar, es imposible evadirlos.  

Kate Gadsden

jueves, 29 de septiembre de 2011

El metro reventa mi burbuja personal


            Mi primera experiencia en el transporte público fue un desastre. Durante las vacaciones del otoño mi tercer año en el colegio, mi padre y yo fuimos a Roma. Era un viaje magnifico, fue mi primera experiencia afuera de los Estados Unidos. Me encantaba aprender la cultura, ver la arte y explorar las ruinas. El último día, fuimos por metro al museo. Dos jóvenes nos preguntó para direcciones. Después, comimos al restaurante y cuando la cuenta llegó nos dimos cuenta que fuimos robado. Nuestros pasaportes, tarjetas de crédito, y todos los euros hubieron desaparecido. Inmediatamente empecé a llorar; pensaba que tendría a mover a Italia y terminaría escuela allí. Eso no pasó, pero tuvimos que estar para tres días más. Después de esta incidente, todas las formas de transporte pública me da miedo. Soy de una granja, conduzco en mi propio coche cualquier lugar. Asimismo, los lugares más populares en mi ciudad, como el centro comercial y el cine, no tienen muchedumbre como el metro en España. Ahora, la mayoría del tiempo puedo ir por el metro y mi pulsa no aumenta. Para mi, fue la parte de la cultura más diferente que los EEUU. Cambia el ritmo de la vida y exposición a la gente.
En espacios como el metro, se desdibuja la línea entre la vida personal y pública. Pienso que esta parte de la cultura de España influye las interacciones interpersonales también. No me gustar estar cerca de otras personas, quiero una burbuja personal todo el tiempo. En mi familia, raramente abrazamos. En los Estados Unidos, le da el mano cuando se conoce alguien. Pero aquí, se da besos. Todas las interacciones tiene un sentido más intimo y personal que en los EEUU.
En teoría, me gusta la idea de una experiencia compartida todos los días con la gente de la ciudad. Siempre era celosa cuando miraba películas con todos los niños en el autobús van a la escuela. También, me encanta viajar por autobús o tren con todos mis compañeros de clase, como fuimos a Andalucía. Pero en realidad, el metro es tan peligroso y atestado para hacer conexiones verdaderas. La gente es tan variada y diferente, necesita otro aspecto en común para tenerse impacto. El cuento refleja este aspecto del metro. El narrador quiere hacer conexiones que no existe para dar significado a los encuentro que son totalmente al azar. Relaciono al protagonista porque  a veces, para distraerme, imagino las historias personales de toda la gente redonda. Me parece el mundo menos caótico si hay razones lógicas porque todas están allí, en el mismo metro o tren o autobús. Por eso, el cuento fue muy cómico y me gusta mucho.          

El aislamiento de los auriculares - Courtney Matteson Blog 2





            La novela del tranvía trata de las interacciones interpersonales que un hombre experiencia mientras está viajando por el transporte público. Aunque muchas de las interacciones que occuren en el cuento de verdad no pasan, el punto más importante es que sea normal interrelacionarse con los otros pasajeros del tranvía. Cuando el tranvía fue inaugurado en 1871, no había máquinas de MP3, no había móviles, y no había muchas maneras para entretenerse si se estuviera solo. Entonces, la mejor manera para disfrutar de la vida era hablar con otra gente, crear novelas y contar relatos. Aún cuando mis propios padres eran jóvenes, las amistades y conversaciones con otros seres humanos (cara a cara) eran una parte más grande a la vida diara que ahora son.
Me encanta conocer a gente que no conozco, a hablar con personas de todas partes de la vida, de la política, de las diferencias entre nuestras raíces. El problema es que en el mundo actual en que vivimos, no es muy común empezar una conversación con una persona extraña durante la vida cotidiana. Lo he experimentado cuando he tratado de entrevistar gente extraña para la tarea de la clase de Duke in Madrid. Por ejemplo, cuando voy a (o regreso a casa de) la universidad por el metro, las coches del metro están llenas de estudiantes. Se pensaría que sería un momento perfecto para conocer a estudiantes españoles. Muchas veces los estudiantes están solos – no tienen amigos con quien están hablando, y usualmente es más facil hablar con personas extrañas cuando están solas. Sin embargo, me parece que no es común hablar con personas extrañas en el metro. Se prefiere escuchar a música en el Ipod, enviar mensajes SMS en los móviles, o leer un libro en un Kindle (o otra máquina electrónica). La tecnología ha creado un mundo de aislamiento en el metro, y me parece que una experiencia como tiene el narrador en La novela del tranvía no pueda ocurrir en el mundo presente.
No se puede echar toda la culpa a la tecnología – muchas veces, estoy en el metro y la gente cerca de mí no usan móviles ni escuchan a música. Sin embargo, estamos tan acostumbrados a no interrelacionarse con la gente extraña que todavía no hablamos, aun con la gente directamente al lado. No obstante, este ambiente cambia poco a poco con la venida de la noche – cuando los estudiantes toman copas, o botellón, en el metro, se hacen más abiertos, más cómodos hablar con gente nueva. Eso me parece un poco triste. Entiendo que el alcohol puede disminuir la timidez y puede ayudar a personas a conocer a gente nueva. Sin embargo, me gustaría que algunas veces unos pasajeros del metro saquen los auriculares de las orejas y empezar una conversación que pudiera terminar con una amistad nueva.  

Encuentros con lo inesperado, por Krista White


         Antes de viajar a Madrid, yo había tomado transportes públicos cuando fui a visitar Nueva York, Washington DC, Londres, u otros ciudades así. Pero, en mi propia ciudad, la mayoría de la población conduce a sus destinaciones; un coche es esencial allí. Aunque la gente comparte coches para viajar a ciertos lugares, la mayoría del tiempo, cuando me reúno con amigos, llegamos separadamente. Al venir aquí, estaba preparada con el conocimiento que todo el mundo toma el transporte público, pero pensaba que sería una parte mínima de mi día, una cosa de paso. Pero, de hecho, es normal para mí pasar varias horas por día en el metro y autobús. Entonces, me da mucho tiempo reflejar en nuestra vivencia en transportes contemporáneos. Puedo identificar con el relato por B.P. Galdós en más maneras que se esperaría, en particular con los momentos incómodos, la invención de historias, y la observación inesperada de amigos.

             “Usted sleeping molestar me,” dice la mujer inglesa al narrador en La novela del tranvía, creando una situación a la vez incómoda y humorosa. Podía hablar de mis momentos incomodos en el metro por días sin terminar. Todos de mis compañeros pueden relacionar a los instancias cuando los comportamientos de otra gente nos parecen raro, o quizás las otras personas piensen de nuestra mal comportamiento. Por ejemplo, me extraña que cuando un asiento se hace disponible, personas que ya fueron sentados se mueven al asiento donde no hay personas al alrededor. ¿Vale la pena moverse cuando se sabe que otra persona va a sentarse al lado muy pronto? (Me pasa bastantes veces que empiezo a preguntarme si yo huela mal.) Es una cosa pequeña pero representa la actitud de un extranjero a otro: la incomodidad de ser tan cercados a gente que no se conoce.

(El base de la foto viene de http://tiny.cc/amo7k. Lo alteré para hacer esta imagen.)

La escena de Ferris Bueller’s Day Off no toma lugar en transporte público, pero es un buen ejemplo de una situación incómodo, donde el hombre (interpretado por el único e inimitable Charlie Sheen) quiere hablar con Jeanie en la comisaría de policía, pero ella (inicialmente) no le quiere hablar con él en absoluto.


             Mientras estamos rodeado por las personas extranjeras, es natural ponderar sus historias—de dónde vienen, dónde van, y porque están aquí en este momento. Para el narrador en el cuento de B.P. Galdós, la vida real es una mezcla de ficción y verdad. Él toma momentos de lo que oye, lee, y ve, y se convierte a un relato entretenido. Claro que yo no tenga una imaginación tan grande como el narrador, pero a veces paso el tiempo buscando indicios sobre la gente que puede mostrar algo de su vida. A veces, cuando quiero estar muy entrometida, entreveo los mensajes de texto que las personas envían, u oigo retazos de conversación por teléfonos móviles. Me siento como un detective, pero el sentimiento es fugaz, porque mi viaje o el de ellos siempre tiene que acabar.

            Al fin, algo que me gusta mucho en el metro es reconocer a alguien de forma imprevista y tener la oportunidad de decir, “¡qué coincidencia!” (Te prometo que no soy una acosadora). Eso ocurre en el cuento cuando el narrador mira su amigo don Dionisio Cascajares de la Vallina, quien entra la misma tranvía. La mayoría del tiempo, estos encuentros pasan alrededor de la escuela o cualquier lugar donde estamos reuniéndonos. No obstante, es más satisfactorio tener la experiencia de sorpresa al descubrir un amigo en el metro donde no planeamos vernos. Me da la sensación que aunque Madrid sea grande, y aunque a veces me pueda parecer fría o impersonal, de hecho es pequeño, y podemos contar con encuentros inesperados, ya sea con situaciones, personas conocidos, o gente que fingimos conocer.

La Privacidad en los Espacios Públicos por Miriam Fox



Después de que yo leí La novela del tranvía de B.P. Galdós, reflexioné sobre el deseo del espacio propio de cada uno y la privacidad adentro de los transportes. Me impresiona que los otros pasajeros que el narrador encuentra durante el relato y también todos los pasajeros del metro en Madrid hoy día están tan preocupados sobre la privacidad durante un viaje por transporte público, en un espacio que en realidad todos comparten.
El primer ejemplo de ese deseo en el cuento aparece con el personaje de la mujer ingles. El narrador la describe como una “irascible ingles” porque ella se hace enfadada cuando él invade su propio espacio por accidente. Además, el protagonista trata de explicar la situación a la mujer pero ella esta convencida que él es loco o tal vez muy borracho y comparte esa creencia con otros pasajeros con que el protagonista interacciona. Aunque la mujer ingles está preocupada con el derecho de la intimidad con respecto al espacio físico, el narrador se encuentra con otros pasajeros que desean el derecho a la privacidad en relación con sus conversaciones  adentro de este tranvía público. Cada vez que el protagonista quiere intervenir en una conversación para ayudar lo que piensa que es el conflicto entre la Condesa, su esposo, y el Mayordomo, los pasajeros no le agradece por sus intentos de ayuda y en realidad están un poco molestos que él ha interrumpido su conversación privada. En la opinión de esos pasajeros, sus problemas no deben estar discutido o compartido con los desconocidos. En los días recientes, he observado en el metro el mismo sentimiento del derecho a la intimidad y el espacio personal.
En Madrid y en mi ciudad de Boston, Massachusetts cuando entra en la estación o parada de un transporte público, es común que ve gente que vive sin casa, o en pobreza, pidiendo dinero y a veces tocando un instrumento. Un viaje en el metro también es bastante barato que esa gente puede entrar y usar el espacio público adentro del transporte como un lugar para adquirir dinero. Ellos usan el espacio adjunto donde puede ser tan difícil ignorar o evadirlos. A mi no me molesta, pero creo que mucha gente se siente incómodo que hay otros que están demostrando sus problemas y pidiendo ayuda en un espacio tan público.


Por ejemplo, hace algunos días estaba en el metro cuando empezó a hablar una mujer. Dijo, “disculpe la molestia, mi esposo ha tenido un accidente y ahora no puede trabajar,” y continuó a explicar su situación desesperada con su hijo que ya no tiene comida. Por fin, pidió dinero o comida de la gente que estaba en el metro. Sus palabras parecen bien ensayadas y su voz le falta la emoción, pero creo que es el resulto de la fatiga que ella siente cada día con las dificultades que tiene en su vida. Miré las reacciones de los pasajeros, o mejor dicho la falta de reacción. Nadie le ayudó. Era como si nadie hubiera oído las palabras de ella y ninguna persona quería mirarle a los ojos porque, en mi opinión, se sienten culpable de no ayudarle. Hoy por la mañana había un hombre muy pobre en el metro que estaba diciendo, “una ayuda o comida, ¡por favor!” en un tono agresivo. Otra vez no recibió nada, ni reconocimiento ni dinero.


Admito que estoy culpable también, porque yo no le di nada aunque estaba mirándole con interés. Después de esas instancias, me acosa la cuestión que ¿es justo este uso del espacio público? Si es justo, ¿debe haber tanta molestia en las reacciones de los desconocidos? Y si no es justo, entonces en realidad ¿qué significa lo público en el sentido de los lugares de una ciudad? ¿Somos demasiados ensimismados con lo que definimos el público y el privado o personal? ¿Qué significa que la gente siente incómoda con el acto de compartir o manifestar problemas personales en un espacio público? Por fin, ¿qué demuestran esas anécdotas sobre las interacciones interpersonales en los espacios públicos? Son cuestiones y problemas de cada cuidad y sociedad contemporánea, pero también, como ilustra el cuento de Galdós, no son cuestiones nuevas sino que han existido por mucho tiempo, desde al menos el siglo XIX. 

Reflexión sobre la interacción por Karen Wilmer


Cuando pienso del cuento “La novela en la tranvía,” por B.P. Galdós, y recuerdo todos los encuentros raros que tuvo el protagonista, yo puedo ver las semejanzas entre sus encuentros en la tranvía, muchas veces aleatorios y desagradables, y los míos en el metro, que a veces son molestosos o raros.
            En los dos casos hay los pasajeros extraños que hablan a si mismos o que  intentan a comenzar una conversación con un desconocido, y siempre hay los que molestan a los alrededor de él por entregar en su espacio privado con un pie sobre pie o una mano en la cara, u otro miembro del cuerpo invasor.  Los pasajeros que no hablan, o que solo hablan con amigos, parecen estar envueltos en sus mundos propios, especialmente los que leen un libro o tienen los articulares ya puestos. Sin embargo, la mayoría está viendo a los otros grupos de personas, desde los rincones de los ojos, manteniendo una conciencia visual de todo su medio ambiente mientras van en el carro. Lo que pasa con esto es que los pasajeros, aunque no tomaron la tranvía ni el metro sólo para observar a otras personas, no pueden apartar la vista de los que se le acercan. Es un hábito de los seres humanos siempre estar conciente de los en el área acerca. También, los seres humanos hacen sentido de sus situaciones y acontecimientos diarios por tratar de entender mejor sus alrededores y las creaturas que los inhabitan. Cada día es un laberinto de señales diferentes, humanos, mecánicos, y de la naturaleza; hoy en día, y especialmente en la ciudad, esta cantidad es mucho más ampliada porque el ritmo se ha acelerado y todo ocurre de modo mucho más rápido. Entonces, hay que estar siempre listo para todo.
            Mientras algunos aspectos de las interacciones son muy semejantes, como el observar, hablar, molestar, y más, hay otros que no entiendo desde el punto de mis experiencias. Por ejemplo, hoy en día es raro ver una persona trabajando en el metro o en un autobús. No hay mucho espacio para hacerlo, y ya no hay mesas o coches separados para sentarse y estirarse y comenzar un trabajo. Sólo puedes ver, a veces, una persona chequeando su móvil, leyendo un libro o hojeando un periódico. El ritmo del viaje es mucho más rápido y no hay mucho sentido en empezar algo complicado. También, porque es más rápido, la gente enfoca más en sus destinos y no en la otra gente o en buscar una manera para pasar el tiempo; y, el viaje es mucho más suave porque el metro corre sobre una férrea de hierro y no es arrastrado por caballos.
            Para concluir,  hay mucho del metro que le parece a la tranvía pero también, especialmente a cause de los cambios de la época, hay muchas diferencias. La cosa más interesante que me ha ocurrido en el metro fue el robo de mi monedero; el robo fue de una manera tan hermética y insospechada que no sabía lo que me estaba pasando. Otras veces, he tenido el placer de ver a unos músicos tocando instrumentos para dinero, como el xilófono y el teclado. 

El cruce de los destinos en el transporte público - Molly Superfine


En “La novela en el tranvía” escrito por Benito Pérez Galdós, el protagonista viaje por la ciudad en un tranvía, hablando con gente, imaginando y casi viviendo una gran fantasía entretejida con su realidad actual. El tranvía funciona como el lugar de dónde viene toda esta fantasía.  Es la plataforma para su locura porque es donde él se encuentra con toda la gente con quien se relaciona.  Al principio, el protagonista habla con un amigo que le cuenta la historia de La Condesa. Después de esta interacción, el protagonista está obsesionado con la vida de la Condesa y se hace su vida, su tiempo en el tranvía, enfocada en esta historia. No sabemos sí o no él es consciente de esta creación de su realidad, pero lo imagina con mucha dedicación e intención.  
Aquí yo veo una semejanza con este tranvía y los transportes públicos hoy en día, en este mundo contemporáneo. Transporte pública les da a todos sus usuarios la opción de crear su propia realidad en el sentido que no se conozca a nadie.  Nadie sabe su personalidad, de dónde viene, ni adónde va.  Se puede ser cualquier persona que desea en el transporte público.  No es algo glamoroso (porque al fin todavía está en un metro o en un autobús) pero existe un sentido de libertad y tranquilidad con si mismo.  Cuando está en el transporte público, no tiene control del tiempo. En esta perdida de control, se puede descubrir libertad.  Pienso que el protagonista de “La novela en el tranvía” usa esta recién descubierta para la creación de su locura a través de la creación de su nueva realidad

Obviamente, la tecnología de las dos épocas de la historia y de hoy es muy distinta, y esa tiene un gran efecto en las interacciones que tienen la gente en el transporte.  Lo que no ha cambiado, y que espero nunca vaya a cambiar, es el misterio del transporte público como el único lugar donde viene cada gente de cada paseo de vida, de distintas profesiones, clases socioeconómicas, esquinas del mundo, y más. Este es el parte que a mí me gusta más sobre el metro de Madrid.  Cuando está usando el metro madrileño, está interaccionando con gente que tiene su propia historia y su propio destino.  Aquí con esta idea de las intersecciones de los destinos es donde existe el misterio del metro.  Literalmente cada usuario está viajando a algún sitio especifico y figurativamente porque tiene su propia plan para su vida, depende en sus creencias este destino está decidido por si mismo o por un poder más arriba.  Pero aquí en el metro, todo el mundo tiene un papel en el destino de cada otra persona. 
El protagonista de “La novela en el tranvía” por Galdós se usa este cruce de destinos para crear y vivir una nueva vida.  Los hombres con quien él habla, la pareja, y la mujer inglesa – cada persona añade algo a la historia de él, mientras que a la misma vez, mantenido su propio destino.  La gran semejanza entre el transporte de esta época en la historia y la de hoy es que, si solamente por un minuto, represente un papel en el destino del mundo en el metro.  ¡Que poder y que misterio!